jueves, 1 de diciembre de 2011

Cómo hablar con los niños acerca de la muerte

Los estudios revelan que los niños atraviesan una serie de etapas en su entendimiento de la muerte. Por ejemplo, los niños en edad preescolar normalmente entienden la muerte como algo reversible, temporal e impersonal. Esta idea se refuerza al ver a personajes de dibujos animados en televisión que se recuperan milagrosamente después de haber sido aplastados o explotados.

Entre las edades de cinco y nueve años la mayoría de los niños comienzan a darse cuenta de que la muerte es algo definitivo y que todos los seres vivos se mueren, pero todavía no perciben la muerte como algo personal.

A partir de los nueve o diez años de edad y durante la adolescencia, los niños empiezan a entender plenamente que la muerte es irreversible, que todos los seres vivos mueren y que ellos también se morirán algún día.

Ellos necesitan explicaciones breves y sencillas. Los sermones largos o respuestas complicadas a sus preguntas seguramente les aburrirán o  confundirá y es algo que debe evitarse. El uso de ejemplos concretos y conocidos puede ser útil. Por ejemplo, el doctor Earl A. Grollman propone en su libro
Explaining Death to Children que la muerte se puede explicar mejor en términos de la ausencia de funciones vitales conocidas: explicar que cuando las personas se mueren ya no respiran, no comen, no hablan, no piensan y no sienten, o cuando los perros se mueren dejan de ladrar y correr.

Un niño puede formular preguntas inmediatamente o por el contrario responder con silencio y hacer preguntas más tarde. Cada pregunta merece una respuesta sencilla y pertinente. Es esencial comprobar si un niño ha entendido lo que se le ha dicho, ya que los niños pequeños a veces confunden lo que escuchan.

Si un niño va a asistir a un funeral, tiene que estar preparado para lo que va a ver y escuchar antes, durante y después de los oficios religiosos. El niño tiene que saber que en una ocasión de duelo las personas expresarán su dolor en formas diferentes, y que algunas personas llorarán.
Si es posible, el niño debe ser acompañado por un adulto que mantenga la calma y que pueda dar atención y responder a las preguntas. No se debe obligar al niño, ni hacer que se sienta culpable si no desea asistir al funeral.
A menudo el niño se siente culpable y enojado cuando se muere un familiar querido. Los padres tienen que tranquilizar al niño y asegurarle que recibirá amor y cuidado constante.

Un niño puede necesitar llorar una pérdida que siente profundamente durante largo tiempo hasta entrada la adolescencia. El niño necesita apoyo y compresión durante este proceso de duelo y permiso para demostrar sus sentimientos abierta y libremente.


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